Hasta siempre, Benita.

Se llamaba Benita y hasta este pasado domingo vivía en la localidad zamorana de Villalcampo. Sólo la muerte ha logrado romper el vínculo con Tomás, su marido durante 61 años. Una relación de hierro forjada a machamartillo al fuego de la herrería en la que ambos trabajaron como un ser de dos cabezas con un solo corazón. Benita y Tomás, que acogieron con entusiasmo el proyecto de Hermano asno y honraron con su amistad a sus autores, protagonizan una de las más conmovedoras entrevistas del libro. A ellos está dedicada buena parte del capítulo cuarto, cuyo comienzo reproducimos aquí, junto a una fotografía tomada el día de la entrevista y el comienzo de la grabación.

-Nosotros somos de este pueblo, nacidos y bautizados y todo. Llevamos 58 años casados. Ya andábamos en la escuela.
Benita Lorenzo Garzón, la blusa hasta el cuello abotonada y chaqueta de punto para el frío, ríe con candorosa picardía mientras cubre su rostro con las manos, mirando de reojo a su marido, ruborosa como una adolescente. Tomás Codesal Martín, gorra calada hasta las cejas canas, le responde con tímida sonrisa y ojillos que le buscan las pupilas y, cuando las encuentran, las rehuyen. El juego del quererse mutuamente, el único que hay sin perdedores, que Tomás y Benita comenzaron entre aquellos pupitres escolares en los páramos gélidos de Aliste, en aquella posguerra sin pan blanco ni en la Tierra del Pan en la que habitan. Hogaño en su comedor, nada falta en el hule de su mesa; ni chacinas, fruto de su matanza, ni el vino que exudan sus viñedos, ni el pan que le da nombre a la mancomunidad zamorana en la que se alza su casa. Nada de ello les viene de regalo; por todo han trabajado sin descanso. Dos hijos, cuatro nietas y bisnieta, en sonriente quietud, observan desde fotos enmarcadas sobre el estante de la librería en el cual, silenciosas, acompañan. Él tiene cumplidos los 80 y por 77 anda ya ella. Y aún hablan como siempre han trabajado: alternando las mazas de sus frases sobre el eterno yunque del silencio, martillando el acero de su unión como durante tantos, tantos años han forjado herraduras en la fragua que abrieron en su hogar, en este su Villalcampo natal.
-Ya verá, le vamos a contar la vida….
(HERMANO ASNO, cap. IV)
Precioso relato al ogusl que su historia, la cual no termina aun, esto sólo es un pequeño viaje pero algún día se reencontrsran y ya nunca se separaran. Sois un ejemplo a seguir. Mucho ánimo familia
Gracias por este homenaje, sabemos que está hecho con todo el cariño que ella se merecía.
Por eso, tanto su marido y sus hijos, así como sus nueras, nietos y biznieta, además del resto de la familia, queremos agradeceros este relato.
También os damos las gracias de parte de ella, porque los que la conocimos sabemos lo que diría: «¿le habéis dado las gracias a estos hombres?».
Así fue, así vivío y así la recordaremos.
Muchísimas gracias a vosotros por vuestras palabras, que nos han emocionado tanto como conocer en persona a esa mujer excepcional. Estamos haciendo todo lo posible para que el homenaje a su memoria se complete antes de final de año con la publicación del libro, que habría sido imposible sacar adelante sin la ayuda de seres tan extraordinarios como ella y Tomás. En cuanto esté disponible, contad con un ejemplar. Es lo menos que os debemos. Un gran abrazo a toda la familia, que esperamos daros en breve en persona y con el libro por delante.